7 Las mujeres, danzando, cantaban a coro: «Saúl mató sus millares y
David sus miríadas.
8 Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía: «Dan
miríadas a David y a mí millares; sólo le falta ser rey.»
9 Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David con ojos de
envidia.
10 Al día siguiente se apoderó de Saúl un espíritu malo de Dios y
deliraba en medio de la casa; David tocaba como otras veces. Tenía Saúl la
lanza en la mano.